5 cuentos que deambulan en el polvo

Historias que nos sumergen en mundos dispares y que nos hacen hundirnos en esos vericuetos del alma humana y su comportamiento. 5 mujeres distintas: una ama de casa, una mujer culta, de mundo, una chica guapa, otra con vislumbres de ángel y una escritora. La más terrenal es la ama de casa. Vive en suSigueSigue leyendo «5 cuentos que deambulan en el polvo»

Los sueños de Esteban, de Yenitza Anseume.

Esteban tenía la facultad de soñar cosas que al día siguiente sucedían. Esta vez soñó que andaba sobre la cabeza de un hombre elegante pero sencillo. A su paso las mujeres miraban y de inmediato sentían esa química que les atraía de aquel caballero. En las calles se escuchaban rumores y susurros de las féminasSigueSigue leyendo «Los sueños de Esteban, de Yenitza Anseume.»

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, de Julio Cortázar.

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedreroSigueSigue leyendo «Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, de Julio Cortázar.»

El pozo, de Luis Mateo Díez

Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después, mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeñaSigueSigue leyendo «El pozo, de Luis Mateo Díez»

Fábulas, de Julia Otxoa

Siguiendo el ejemplo de los cuentos de Las mil y una noches, el reo comienza a relatar fábula tras fábula a su verdugo, con el fin de entretenerle y retrasar al máximo el momento de su muerte. Pero ocurre que en mitad de la noche se le acaban de pronto las historias y ya noSigueSigue leyendo «Fábulas, de Julia Otxoa»

Salsa agridulce, de Juan García Armendáriz

Vencida la aprensión que al principio nos produjo el licor de lagarto —el bicho, introducido en la botella como un feto retorcido y escamoso, tenía de color verde el alcohol —, mi compañero y yo bebimos varias tacitas de porcelana de aquel aguardiente que la camarera, con sonrisa oriental y sumisa, nos fue sirviendo duranteSigueSigue leyendo «Salsa agridulce, de Juan García Armendáriz»

La paradoja de Protágoras, de José Antonio Marina

Protágoras convino con Euatlo que le enseñaría Retórica para ser abogado y que no le cobraría sus lecciones hasta que Euatlo ganara su primer pleito.Después de aprender el oficio, Euatlo decidió no ejercerlo nunca, con lo que evitaba tener qu pagar a su maestro. Protágoras le demandó ante los tribunales y argumentó de esta manera:—SigueSigue leyendo «La paradoja de Protágoras, de José Antonio Marina»

La misión del héroe, de Tomás Borrás.

El héroe tenía una misión que cumplir. Armado y con el caballo a la puerta, iba a partir para salvar a su pueblo. La esposa le imploró que renunciara a la hazaña: Puede costarte la vida. Confórmate con la vida y el amor – le repetía llorosa, inclinada.El héroe, para cumplir con su deber, sacóSigueSigue leyendo «La misión del héroe, de Tomás Borrás.»

Literatura, de Julio Torri

El novelista, en mangas de camisa, metió en la máquina de escribir una hoja de papel, la numeró y se dispuso a relatar un abordaje de piratas. No conocía el mar y sin embargo iba a pintar los mares del Sur, turbulentos y misteriosos; no había tratado en su vida más que a empleados sinSigueSigue leyendo «Literatura, de Julio Torri»

El deseo de toda mujer dominante

—No te vayas cariño… está bien, pero antes de irte, siéntate aquí un momento y responde: si este lápiz fuera una varita mágica que modificara a las personas, ¿qué cambiarías en mí? —preguntó Katy. Gustavo miró el reloj, no estaba para juegos, apenas tenía tiempo quitarse el olor a sexo con una ducha y salirSigueSigue leyendo «El deseo de toda mujer dominante»